Si tuviera que elegir el rincón de la casa donde más protegida me siento, no tardaría ni un segundo en decidirme. ¡El living! Por supuesto! No es que no me encanten las cocinas y todo lo que en ellas se cuece. Ni que un dormitorio bonito y luminoso no me hagan suspirar. No es que no haría cualquier cosa por un baño amplio y cómodo o que una terraza, por pequeña que sea, no sea parte de mi lista de deseos (arquitectónicos…). Pero a modo de refugio -reitero- ¡lo tengo claro! Me quedo con ese espacio, generalmente dominado por el sillón, por donde pasan charlas, películas, risas, miedos. Llantos. Libros, buena música, cenas. Amigos, y amores de todo tipo. No soy muy selectiva en cuanto a su tamaño –de hecho, a veces me parecen más cálidos los rincones pequeños-, pero sí con la iluminación y la atmósfera que producen…
