El fin de semana pasado aterricé en Berlin. Tardé tres minutos en pensar en voz alta: ´qué alternativa es esta ciudad´. Me llamó la atención el contraste de su historia -tan relevante y evidente en cada rincón- con su carácter moderno. Como si aún estuviera tomando forma. Descubriéndose. La gente, como tantas veces ocurre, fiel reflejo de la urbe: desenfadada, divertida, y claro ejemplo de que se puede ser original sin caer en la exageración. En estos mapas mentales andaba yo, cuando se cruzó por mi camino esta casa. Berlinesa. ´Evidentemente...´ me repetí. Decorada por el estudio Vintagency, me llenó intantaneamente los ojos de color y frescura. Funcional. Neutra, ni muy cargada ni muy desnuda.
