Añoranzas

No hay nada que hacer: definitivamente el mundo de los recuerdos tiene vida propia.  Van por libres! Aparecen cómo y cuándo quieren. Algunos se van fijando poco a poco... como quien no quiere la cosa. Y cuando te quieres dar cuenta: ahí los tienes dispuestos a quedarse. Otros van perdiendo fuerza y se diluyen. Cuando te quieres dar cuenta están ya lejos. Unos y otros, tan discretos... Estos días (post-visita-doble a España) no dejo de darle vueltas a esto. 

Me he quedado llena de sensaciones, que en cuestión de cuatro segundos logran trasladarme en el tiempo. En concreto a la época de vacaciones, y a nuestros momentos en familia. Que curiosamente son las asociaciones más rápidas que surgen en mí cuando pienso en España. Como si no hubiera habido más que verano y ocio en nuestra vida de antes. Confirmado: los recuerdos van por libres :)

Aroma a café recién hecho. Olor a flores, a aire puro, a agua de mar...sabor a comida mediterránea, fruta fresca...

Mi primera escapada tuvo como destino el norte de España, la Rioja Alavesa. En concreto, La Guardia, un pueblo lleno de encanto: calles empedradas, murallas macizas, un parador de ensueño y unos pinchos...¡Qué manjar!. Una semana después, cambio radical de rumbo: Jerez, la feria y sus colores, su alegría y sus sabores...tapas y rebujito, casona a pie de playa para aprovechar largos paseos bajo el sol...España engancha, y a la distancia aún más se have evidente que su esencia esta presente en cada rincón de la península. 

La casa que os dejamos hoy surge del batiburrillo ordenado -si es que eso puede darse- de sensaciones y recuerdos del ayer, que de una manera tan intensa estoy reviviendo estos días. Lo primero que pensé al verla es que tenía dos cualidades, que bajo mi punto de vista, son muy característicamente españolas. Empeño y dedicación. La que ahora se alza como una preciosa casona en Cantabria, en su vida anterior no pasaba de ser un espacio en ruinas. Unas cuadras. Hoy, creo que todos podemos coincidir en que son ejemplo de imaginación -al proyectar- y calidad -al construir-.  Auténtica, sincera con el usuario a través de su estructura a la vista... y ecléctica. Haciendo gala, al mismo tiempo, de sus muebles de diseño y de sus adquisiciones tipo rastrillo. Su entorno, la delicadeza en el uso de los materiales, y el carácter único de los detalles que llenan el interior, sin duda han capturado mi atención. 

Me quedo con la sencillez. Con su originalidad. Y su gran personalidad. No perdáis detalle de las mesas! De las cortinas. Del uso del hierro en los muebles, alfombras y colchas; de los cestos de flores... Por no mencionar la exitosa combinación de madera y piedra. La chimenea es uno de mis ambientes favoritos! 

Mi detalle? Los azulejos artesanales de la cocina, junto con la alacena de pino y panel de abeja. Un toque de color que sirve como denominador común para vestir las sillas y la mantelería. 

Las flores repartidas por todos los rincones - valiéndose de cestos de mimbre o botellas de vidrio -  desde el comedor, el baño, el dormitorio o el jardín, son un imprescindible.

Y por último, mi mayor piropo al  paisaje, que al fin y al cabo es el protagonista indiscutible de esta maravillosa casa de campo. 

¡Que no deje nunca de suspirar por esos rincones recónditos de nuestra España querida!

(via: El Mueble)