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Pasa...por favor



Se supone que no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones. Al menos, no únicamente. Siempre tiene que haber espacio para segundas oportunidades, siempre hay que buscar más allá. No todo se puede transmitir en los tres segundos que dura un vistazo rápido. Todos los sabemos. Pero, dicho esto -y coincidiendo totalmente con la idea de que hay que dar cabida a segundos intentos, y parcialmente con la de que las primeras impresiones no cuentan– ¡no nos engañemos! La esencia que alguien o algo desprende así, sin más, espontáneamente, sin preparación que valga… ¡cuenta!. Y mucho.

El ritual de entrar –en una casa, en una vida, en otro mundo- es sin duda un momento perfecto para primeras impresiones… ¡Hay tanto que se puede transmitir al abrir una puerta!. Incluso sin el añadido de la novedad, el mundo de sensaciones que se desencadena al cruzar el umbral, no tiene precio. Eso concluí el viernes, cuando entré en casa, después de un día largo. Fue girar la llave, y… torrente de información. El aroma a lavanda que me indica que he llegado, los últimos rayos de luz colándose entre las cortinas. Una brisa ya demasiado fresca, claro me olvidé la ventana abierta. ¡Y la luz del baño encendida!, qué desastre. La orquídea empezando a mirar hacía abajo, ha hecho calor hoy, necesita más agua. Un segundo, y ya estoy dentro de mi vida. Es así, uno abre la puerta y lo que ocurre después ya no se puede controlar.

Este mundo de sensaciones asociados a la entrada, bien merecen un capítulo propio. Demasiadas connotaciones como para obviarlo. Que precisamente es lo que, en la mayoría de los casos, hacemos. ¡Se acabó, pues! ¡A hacer que la entrada en nuestro micro-mundo vaya en consonancia con nosotros!

Preparaos para el diluvio de imágenes que os proponemos… ¡no hemos podido resistirnos!

Sin buscar nada en concreto y como por arte de magia hemos terminado cautivadas por los vestíbulos donde la practicidad, mezclada con el orden y aderezada por unas gotitas de buen gusto eran los protagonistas. El tamaño, juzgad vosotros mismos, no determina nada. Un umbral, casi más metafórico que real, es suficiente. En todas las imágenes, tres denominadores comunes: un asiento dominando el espacio, un perchero y un cesto u algún otro elemento de almacenaje. A partir de ahí, toda la imaginación y recursos que podamos y queramos ponerle. Nos gustan especialmente, esas entradas que para nuestro entendimiento se vinculan a casas de campo, enormes, con toques rústicos, con sus dos, tres, cuatro…pares de botas para la lluvia. Pero a la vez nos vemos más cerca de los rinconcitos entre pequeños y diminutos, más acordes con nuestras –por ahora- vidas urbanas. En cualquier caso, ¡sírvanse ustedes mismos! Lo mejor de todo, es que en el ritual de entrar ( y el de salir… pero eso será otra historia ) casi todo vale. Entre nuestros próximos planes está el de incluir una lista –real y accesible: practicidad por encima de todo-, para derivaros a productos similares a los expuestos en las imágenes. ¿Sería de utilidad para vosotr@s?

Y… vueltas de la vida, todas estas fotografías me han trasladado a una película: ´45 Years´. La vimos en familia, las pasadas Navidades. Y fue de esos momentos en que salimos todos del cine, sin saber bien cómo empezar… pero con unas ganas inmensas de comentar! Compleja, con muchos puntos de vista, no especialmente optimista… Pero con el ingrediente que para mí tiene el buen cine: no pasa desapercibido. Algo nos dejó en el subconsciente, que a día de hoy aún hay escenas que surgen en nuestra memoria de manera inesperada....¡No hay más que verlo! Si tenéis oportunidad de disfrutarla, veréis que tanto el ritual de entrar, como el espacio concreto para hacerlo, tienen en la película un peso clave. Todas las escenas nacen -y mueren- ahí…

Y… ahora sí, no nos hacemos más de rogar y os dejamos con las imágenes! Disfrutad :)



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1 comment:

  1. Sin el ritual de entrar en la casa de alguien para impregnarme de parte de su esencia parece que me falta algo para conocer a esa persona.
    Es bastante curioso lo que una casa puede desprender. Una de mis mejores amigas siempre me dice del blog que es fiel reflejo de mi imagen y la de mi casa. Dicho esto, no sé si os sorprende que una de mis entradas favoritas de las seleccionadas sea la imagen número 13 después del texto...

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