Creo que no han sido pocas las veces en que mis ganas de invitar amigos a casa -a cenar, a comer, o simplemente a compartir un aperitivo- se han visto vencidas por el caos que puede implicar preparar, organizar, limpiar, disponer de vajilla y espacio suficiente...
Ante ésto sólo puedo reconocer... ¡qué pena perder esos momentos tan bonitos! Probablemente no estaría escribiendo lo mismo si lo hiciera desde España, donde la combinación de viviendas (un poco) más grandes, y de algunas horas más para dedicar al ocio, lo hacen todo un poco más sencillo... Pero, en este frenético Londres...no resulta fácil encontrar tiempo, o peor aún espacio, para todos!
Sin embargo...es aquí -precisamente, aquí- donde el hecho de estar lejos de la familia hace más valiosos esos ratos de encuentro con amigos. Compartir una copa de vino, alegrías, penas, e historias se ha convertido en mi plan estrella aquí. Aquí y ahora. Y sin duda, esto resulta infinitamente más apetitoso si por medio se cruza una comida, o una cena.
